¡Hola! Hoy me gustaría hablaros de un tema que me parece esencial: la importancia de vivir desde la honestidad. Creo que la falta de honestidad en nuestras vidas es lo que nos lleva al fracaso como sociedad. En consecuencia, pienso que si cada persona se hiciera responsable de sus propias creencias, de sus anhelos, de sus emociones, teniendo el valor de mirar hacia dentro y de actuar en consecuencia, desde la más pura honestidad; si cada persona hiciera esto, inevitablemente nuestra sociedad sería otra muy diferente.

La gran mayoría de las personas con las que me encuentro en mi camino viven bajo el yugo del miedo y la desconfianza en sí mismas. Hay una creencia arraigada en que las cosas son tal y como son, y que no es posible hacer nada para cambiarlas. Esto genera multitud de personas autómatas que no siguen sus verdaderos deseos. Esta falta de satisfacción interna acaba buscando llenarse a sí misma, en los mejores casos, en el placer de la comida, la bebida, las relaciones sexuales o el consumismo. En situaciones más graves, la frustración puede desembocar en autodestrucción, agresividad y/o violencia. Las más de las veces generará vidas a la deriva que no entienden muy bien el por qué de su existir, pero que no tienen el valor suficiente para dar un giro radical a su camino. Han integrado profundamente que es una locura a la que no pueden tener acceso, ya que en el fondo, no se sienten merecedoras de una vida mejor, ni de conseguir aquello que desean. Probablemente pensarán que eso es para unas pocas privilegiadas. No entienden que se trata de elegir y entregarse, con determinación, a encontrar la manera, abriéndote a aquello que la vida te ponga delante. Se trata de estar abierta a cambiar tus estructuras mentales: lo primero que hay que cambiar para poder transformar tu vida.

 

 

Está por todas partes la falta de honestidad, en cada una de nosotras. Cuando salimos a la calle, tristes, y nos cruzamos con la vecina y tratamos de sonreír. Constantemente tratamos de evitar que la mayoría de las personas que nos rodean sepan lo que sentimos. Hay que ocultar el miedo, la tristeza, el dolor, el enfado o la culpa. Si las demás se enteran de lo que siento, de lo que pienso, de lo que me aterra, mi imagen de mí misma se ve amenazada: podría ser entonces que la gente me rechazara y me quedara sola. Acabamos vendiendo constantemente una imagen, esa que me he construido a lo largo de los años, hasta el punto de que en muchísimos casos, ni siquiera la propia persona tiene el valor de mirar con honestidad quién es, qué siente, o qué desea en realidad.

No nos damos cuenta de que no existen seres humanos sin miedo, sin dolor y sin tristeza. Que el miedo que tú sientes es el mismo que el mío. Que tú tristeza es mi tristeza. Que sin la verdad la vida no tiene sentido, porque nos vamos alejando progresivamente de nosotras mismas, y cuanto más te alejes más te va a costar volver a encontrarte, y peor te vas a sentir con tu vida.

 

Yo, este año he decidido apostar por la honestidad, la honestidad en mi trabajo, conmigo misma y en mis relaciones personales y familiares. La honestidad comienza en una mirada hacia dentro. Comienza en ser capaz de ver con valentía todas mis sombras. Las heridas que me dejó el desamor y los intentos fallidos. Las personas a quienes quise y ya no están aquí. Aquellas a quienes amé y por las que me sentí abandonada o traicionada. El dolor de sentir a veces que no soy lo suficiente, de querer conseguir algo y que la vida me lleve por otros caminos. El miedo a mostrarme y que otros me apunten con el dedo, el miedo al dolor que eso me puede provocar.

Para mí, honestidad es mirar directamente a los ojos como una igual, y tomar conciencia de que todas estamos en el mismo camino, ni mejores, ni peores. Abandonar la crítica y la queja, hacia mí misma y hacia las demás. Vivir desde lo que soy y lo que siento, y hacerme cargo de las consecuencias como la adulta en la que me he convertido. Entender que soy capaz de sostener mi tristeza, mis miedos y mis enfados. Vivir la vida tal y como es, sin esconderme, con el corazón en la mano y sin dobles intenciones. Dejar de fingir o querer ser algo que no soy. La vida no se piensa, vida es lo que eres, y no tienes más que hacer.

Creo sinceramente que el mundo necesita que seamos honestos, que vivamos desde el corazón, sin miedo a seguir nuestro propio camino, al amor ni a que nos hagan daño. ¿Y tú? ¿Qué opinas?

Aquí te dejo un vídeo dónde te invito a reflexionar un poquito más sobre esto.

Pd: Siempre utilizo el femenino en mis vídeo y escritos, ya que trabajo sobre todo con mujeres. A pesar de ello mi trabajo está enfocado a cualquier persona que desee beneficiarse de él. No es mi intención excluir a nadie, confío en vuestra comprensión.