¿Alguna vez te has descubierto a ti misma mendigando amor? ¿Buscando, consciente o inconscientemente, validarte a ti misma a través de la aprobación de otros? ¿Pidiendo permiso para ser quien eres?

Yo sí, me ha pasado muchísimas veces. 

El ser humano vive constantemente vinculado a una profunda necesidad de dar y recibir amor. El problema es que, desgraciadamente, la mayoría no somos capaces de hacerlo de una manera equilibrada. Pero, si quieres ser feliz, necesariamente vas a tener que aprender.

La mayor parte de las personas que conozco, incluida yo misma, tenemos o hemos tenido miedo en algún momento a relacionarnos con los demás. Hay quienes temen al sexo opuesto, hablar con personas que apenas conocen, decirle lo que realmente quieren a su jefe o exponerse a hablar ante un público muy numeroso. 

No importa cuál de estas inseguridades sea la tuya, detrás, existe una profunda necesidad de aprobación, que oculta la creencia de no ser suficiente. 

El mendigo interno.

Durante años me he enfrentado a mis propios miedos, ya que siempre he sido muy tímida. Después de mucho tiempo de autoindagación, y de una observación profunda de mis propios procesos, un día me encontré con mi “mendiga interior”. Allí estaba,  arrinconada, casi invisible, agazapada en una esquinita de mi ser, con la espalda apoyada en una pared, carita de pena y la palma de la mano extendida, rogando un poquito de amor. Algo, lo que fuera, que la hiciera sentirse digna, y que le proporcionara un lugar al que agarrarse para seguir creciendo. Pero creciendo como mendiga, no como mujer libre, completa e independiente. 

Una frase resuena, una y otra vez, en el interior de esta mendiga interna: “no valgo lo suficiente, no soy capaz”. Cuanto más evitas escuchar esta voz, con más fuerza resuena en tu interior. 

Cuidado, porque si no permaneces atenta, quizás un día sea ella quien tome las decisiones por ti. 

La creencia de que hay partes de nosotras que no son buenas, que carecen de valor, y que pueden incluso suscitar rechazo, nos lleva a eludir, con demasiada frecuencia, relaciones personales auténticas. También nos puede llevar a renunciar, por miedo, a cosas importantes que nos gustaría hacer.  Nos cuentan que hay ciertas aspectos internos que debemos ocultar, y nos pueden llevar por dos caminos: 

  1. Al aislamiento en mayor o menor grado.
  2. A tratar de encubrir aquellos aspectos que consideramos poco válidos, mostrándonos ante quienes nos rodean como no somos en realidad. 

Tanto si ignoramos la existencia de estas voces, como si nos creemos lo que nos cuentan, acabaremos basando nuestro amor propio en la aprobación de los demás. 

¿Qué podemos hacer, entonces, para transformar esto?

Aprender a sostenernos.

Adentrarnos en los recovecos de nuestra alma, descubrir quiénes somos, profundizar hasta llegar a nuestra sombra más temida, mirar de frente a ese patrón interno que, una y otra vez, busca la aprobación de los demás, mendigando amor. Y darle todo el amor que, por algún motivo, nunca ha llegado a recibir. 

Desarrolla la capacidad de mirarte a ti misma desde la curiosidad, dejando de lado los juicios de valor. Conecta con dicha emoción, adentrándote en ella desde la presencia. Toma la decisión de sentirla, de sostenerla, de mirarla con amor, y su influencia sobre ti desaparecerá. 

 

Enseñarte a transitar el silencio, la sombra, y a descubrir quién eres más allá de todo condicionamiento, es parte de mi misión. Te invito a descubrir lo mucho que puedo hacer por ti, haciendo click AQUÍ